miércoles, 20 de mayo de 2015

Dos/ Otro


Mientras ellos se enzarzaban en una de sus repetitivas discusiones, ella había huido en silencio a su cuarto. Había cerrado la puerta con suavidad, como si la casa y ella misma fueran frágiles, e incluso había echado el cerrojo. Aquella noche no necesitaba discursos, ni dramas de fondo en la televisión. Tan sólo deseaba el silencio. Encendió la luz de la mesilla, se tumbó sobre la cama y permaneció allí, con su cuerpo desplomado, inamovible. Giró la cara y sintió la colcha fría en su mejilla. Acarició con la mano la frazada y sintió la brisa que venía de la ventana. Sentía mucho calor en su cuerpo y necesitaba advertir el frío. Últimamente era así, buscaba el frío tanto en ella misma como en los demás. El contacto con los demás le abrumaba, y al cabo de un tiempo necesitaba alejarse. A veces dudaba no ser más que un ente. Ella se sentía así. Tal vez su faceta exterior tuviese apariencia humana, pero estaba convencida de que su interior lo componían fracciones robóticas. Debería afligirse, apasionarse, enloquecerse como los demás. Pero no era posible. Y puede que, siendo honesta consigo misma, ella tampoco deseara dejarse llevar por aquellos sentimientos. Sentimientos, qué absurdo, ¿no? Por eso le había dicho que se alejara. Se preguntaba qué estaría haciendo él en ese instante. No le importaba. ¿O sí?

No hay comentarios:

Publicar un comentario